Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, lo que va a pasar ya pasó. Sus promesas de campaña y declaraciones como presidente electo aparentemente anuncian conflictos políticos de todo tipo y guerras comerciales. ¿Pero se trata realmente de la inminente ejecución de medidas extremas o se trata de una elaborada estrategia para negociar en todos los escenarios posibles? La respuesta a esta pregunta es crucial para la estabilidad global y merece análisis.
El gran negociador
Trump se hace cargo del gobierno aprender del pasado y planificar el futuro. Nunca ha ocultado su labor de negociador en todos los escenarios y en todos los momentos. Además, muestra orgulloso su experiencia de vida en el libro. El arte del trato. Basta mirarlo para ver que sus poses son resultado de un cálculo y no el simple producto de una personalidad narcisista. En él la planificación es un dogma y con su histrionismo exagerado busca alterar el comportamiento de sus oponentes.
Entre los elementos que conforman la base de su actuación destaca, como regla fundamental, iniciar toda negociación con las mayores exigencias posibles. Entonces, la dinámica del proceso implicará ceder, pero muy lentamente.
Otra de sus características es el uso de la agresividad instintiva e individualista en la negociación. Además, los equipos son secundarios y los asesores son prescindibles. Si existen fallas o errores, reformular y definir responsables. Tomemos el ejemplo de los despidos de Rex Tillerson como Secretario de Estado y el de HR McMaster como Asesor de Seguridad Nacional, en marzo de 2018.
Prioridades al estilo Trump
En el tablero de conflictos mundial, magnificado en 2024, aparecen escenarios ideales para obtener victorias que consoliden el liderazgo internacional. bajo la premisa piensa en grandeOtra de sus reglas, la prioridad de la nueva administración, aunque en realidad ya es bien conocida, es contener los dos conflictos que causan mayor inestabilidad.
Ya se ha anunciado una tregua en la Franja de Gaza, epicentro del conflicto en Oriente Medio, en la que muchos ven su influencia, incluso sin haber asumido aún el cargo. Ahora habrá largas negociaciones, pero con las armas aparentemente silenciadas.
En Medio Oriente, el presidente que reconoció a Jerusalén como capital de Israel en 2017, el que sancionó a Irán y supervisó los Acuerdos de Abraham en 2020, siempre apoyará la única “democracia funcional” de la región. El apoyo militar y económico proporcionado por Estados Unidos es vital para la continuidad de la beligerancia israelí, esa es una de sus cartas. El cese de las hostilidades y el rescate de los rehenes son objetivos comunes.
Queda pendiente la guerra en Ucrania, a punto de cumplir tres años en febrero de 2025. Aquí, tu método de negociación será el mismo utilizado en tus múltiples experiencias vitales: mostrar fuerza con quienes expresan la máxima agresividad, pero dejando abiertas todas las opciones. Durante su primer gobierno, la relación con Rusia fue contradictoria, llena de marchas y contramarchas; El mecanismo de presión fue la imposición de sanciones. Sin embargo, su relación personal con Putin era buena y eso desembocará, más pronto que tarde, en un encuentro que, por el solo hecho de ocurrir, será memorable.
Rusia y Ucrania necesitan una excusa para llegar a un acuerdo y ya la tienen. Su nombre es Trump.
La guerra comercial
Uno de los anuncios más impactantes de su campaña electoral fue imponer fuertes aranceles al comercio. Una amenaza dirigida a China, como mayor enemigo económico de Estados Unidos, pero que también afecta a todos aquellos cuyo principal destino de sus exportaciones es allí.
La retórica previa a la inauguración también ha llegado a Canadá y México, sus principales socios comerciales, que han sido amenazados con un arancel del 25% a sus importaciones si no toman medidas drásticas contra el narcotráfico y la inmigración ilegal a EE.UU. .
La reciente declaración de Trump sobre el Canal de Panamá es otro ejemplo que responde a un conflicto comercial. Lo que no fue un tema en su primer gobierno se plantea ahora con inusual beligerancia al insinuar la posibilidad de que Estados Unidos recupere el control del Canal.
La ofensiva responde a la importancia que tiene para China la conexión con el Atlántico y al convencimiento de que se trata de una intromisión económica contra Estados Unidos. La simple amenaza neutraliza al gobierno de Panamá en su relación con China. De nuevo el efecto triunfo.
La cuestión latinoamericana
En cuanto a América Latina, la situación extrema que representan Nicaragua y Venezuela, además de Cuba como centro de decisión, como paradigmas de Estados en los que prevalece una violación sistemática de los derechos humanos y unas instituciones derribadas, sin pluralismo ni apertura de espacios cívicos, No hay argumento suficiente para dar primacía a estos conflictos.
La clave para una intervención inmediata es otra y está relacionada con las prioridades geopolíticas o la confrontación comercial. Desde este punto de vista, sólo el régimen de Maduro aplica en su estilo y esquema de acción, aunque la actual debilidad de Cuba lo alienta a gritar.
Con Trump en el poder se fortalece la tesis de que los Estados no defienden ideas ni la moral, sino intereses comerciales. Es así, primero amenaza, luego siguen las exigencias imposibles y termina con una negociación de lo posible. Trump tratará con Putin o Xi Jinping como lo hizo con las mafias o los sindicatos de Nueva York, aplicando su abecedario: nunca te fíes, no aceptes un no por respuesta y trabaja sin emociones. Con los demás, los que no tienen tu altura, no hay reglas, sólo poder.