Hasta hace muy poco se pensaba que sólo los genes determinaban el desarrollo del cerebro. Actualmente, «se sabe que la interacción entre los genes, el entorno y las experiencias tempranas es lo que permite que el cerebro desarrolle el máximo potencial con el que nacimos», explica la prestigiosa neuropediatra Rocío Calvo, del Centro de Neurología Avanzada de MálagaCNA, centro pionero en el diagnóstico y tratamiento de patologías neurológicas.
«Al nacer tenemos un cerebro con millones de células, neuronas. Transmiten información y crean una red de conexiones. Esta red está regulada por las experiencias y estímulos que recibe el bebé. Con estímulos adecuados y suficientes, las conexiones serán más efectivas y el niño conseguirá el mejor desarrollo posible», afirma.
«Esto -argumenta el doctor Calvo- es muy importante en el periodo clave de los primeros años de vida, donde se moldea el cerebro. Las conexiones que no son útiles o que no se utilizan desaparecen y se refuerzan aquellas más útiles para la vida del individuo, que sentarán las bases para el aprendizaje, el desarrollo y la adaptación al mundo. Esto es lo que se conoce como el Plasticidad cerebral y poda sináptica.. La plasticidad continúa durante toda la vida, aunque esta capacidad disminuye con la edad”, reconoce.
Otros momentos importantes para el desarrollo cerebral, prosigue, “los encontramos en la etapa escolar -en la que la adaptación y el fomento de la autonomía son vitales- y en la adolescencia, cuando el cerebro recibe estímulos hormonales y vitales que son claves para convertirse en un adulto maduro. En todos estos momentos de desarrollo, presente problemas neurologicos«Puede romper la armonía evolutiva y causar problemas en el futuro», advierte el neuropediatra.
Según la doctora Rocío Calvo, la sociedad cada vez es más consciente de la importancia de cuidar el cerebro del niño a través de una vida sana, una correcta nutrición, estímulos adecuados y la colaboración con profesionales que trabajan con niños. Pero, recuerda este experto, “el mundo actual también está plagado de distracciones y estímulos nocivos que los propios padres y el modo de vida que llevamos hoy han fomentado: la falta de vida social y al aire libre, el uso excesivo de dispositivos y pantallas, la pérdida de una buena estructura y organización en la vida diaria del niño debido a problemas de conciliación…
En este sentido, el doctor recuerda que el uso inadecuado de las pantallas conlleva una pérdida de oportunidades de comunicación, aprendizaje de tareas motrices, control de la atención, uso de la lectoescritura, desarrollo de la imaginación y juego físico, que es fundamental. para el desarrollo motor. «¡Cuántos niños no saben ahora andar en bicicleta o saltar la cuerda!» se lamenta este neuropediatra.
Este uso afecta no sólo al desarrollo directo de áreas cerebrales y de recursos sociales y de relaciones con el entorno, sino que también puede, concretamente Calvo, “alterar los ritmos del sueño; promover la falta de atención (hay estudios que demuestran que los niños con más de 2 horas/día frente a la pantalla tienen mayor riesgo de cumplir criterios de TDAH o trastorno por déficit de atención con hiperactividad), además de promover el sedentarismo, y con ello sobrepeso y pobre desarrollo de la agilidad y el control motor.
Señales de alerta que deben consultarse con neuropediatra
Existen algunas señales de alerta que indican que el neurodesarrollo del niño no avanza bien. Estas señales de advertencia pueden y debe ser identificado tempranamentesegún la doctora Rocío Calvo. «Una valoración oportuna ante la duda puede permitirnos anticiparnos a los acontecimientos y ser rápidos en encontrar la causa y poder recomendar las terapias o tratamientos específicos que nuestro paciente necesita».
Estos son, según el doctor Calvo, algunos de los casos en los que las familias deben consultar al neuropediatra lo antes posible:
Retraso en alcanzar hitos del desarrollo (caminar, sentarse, hablar…)
– Trastornos en la capacidad de hablar o relacionarse, como el trastorno del espectro autista (TEA).
Como hipotonía, falta de fuerza o reactividad en el bebé, trastorno de la marcha en el niño.
Episodios de convulsiones, desmayos frecuentes, episodios de movimientos anormales.
Dolores de cabeza recurrentes o intensos que afectan la vida diaria.
Trastornos del movimiento, tics, movimientos anormales.
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Problemas de aprendizaje o de conducta.
Problemas de aprendizaje o de conducta: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (más conocido por sus siglas TDAH), cambios de conducta injustificados.
Problemas para dormir.
Pérdida de habilidades previamente adquiridas.
Condiciones genéticas o metabólicas que impactan el desarrollo neurológico.
Si es necesario, es recomendable buscar un buen neuropediatra que ayude con todas estas incertidumbres. Este especialista, explica, «trata un espectro muy amplio de trastornos, que van desde el cerebro en su desarrollo normal y sus enfermedades, hasta el sistema nervioso periférico y sus conexiones con el músculo».
Así, precisa Calvo, “en consulta nos fijamos en procesos más banales y habituales, como dolores de cabeza o algún retraso en hitos madurativos, hacemos seguimiento a un paciente con posible riesgo de desarrollar problemas neurológicos, como por ejemplo un niño nacido prematuramente. O le siguen enfermedades más complejas como la epilepsia, el trastorno del espectro autista; los problemas de aprendizaje y escolares; el trastorno por déficit de atención con hiperactividad; las enfermedades degenerativas del sistema nervioso infantil y su atención integral; origen que afectan el desarrollo, entre otros.