El jurado popular encargado de decidir si Eugenio D. era culpable de la violación y muerte de Manuela Chavero en Monesterio (Badajoz) en 2016 no tardó ni siete horas en pronunciarse. Ha sido una insólita deliberación exprés en la que los nueve vocales han dictaminado por unanimidad que el imputado agredió sexualmente a su vecina y que para borrar su acción criminal decidió matarla sin que ella tuviera opción de defenderse ni de pedir ayuda. El jurado también ha votado que luego no colaboró en la investigación porque mantuvo el cuerpo enterrado en su propiedad durante cuatro años, hasta que, acorralado por la Guardia Civil, confesó dónde estaba escondido. Este contundente veredicto leído a medianoche somete al acusado a una pena de prisión permanente que podrá revisarse en la sentencia que redactará el magistrado en los próximos días.
Eugenio D. ha escuchado las respuestas dadas por el portavoz del jurado a las preguntas relativas al veredicto, por momentos con la cabeza gacha y sin pronunciar palabra, actitud que ha mantenido durante todo el juicio. La unanimidad en todas las cuestiones sugiere un debate casi inexistente dentro del jurado. «Fue un asesinato», ha repetido en varias ocasiones el portavoz. “Él era grande y estaban solos en un lugar con todo cerrado, lo que le imposibilitó pedir ayuda y además la llevó a una habitación interior”, argumentó el jurado en su veredicto. También han considerado que Eugenio D. “aumentó inhumanamente el dolor de la víctima”. Para sustentar esta afirmación se basan en “las múltiples fracturas que presentan los huesos y que no fueron necesarias para provocar su muerte”. También han hablado de la probabilidad de que la “aplastara con la rodilla”.
Manuela Chavero tenía 42 años cuando desapareció de su casa en su pueblo extremeño. Era una madrugada de julio cuando ya tenía todo listo para irse a dormir. Alguien llamó a su puerta y ella salió, dejando la televisión encendida y su teléfono celular sobre la mesa. El misterio sobre su paradero duró cuatro años, durante los cuales la Guardia Civil barajó a varios sospechosos, como el exmarido de la mujer o un chico con el que en ese momento mantenía una relación. Pero en 2020 las investigaciones se centraron en Eugenio D., un hombre de 23 años en el momento de la desaparición que ofrecía distintas versiones de lo que había hecho esa noche y que tenía una casa a apenas 100 metros de la de Manuela.
La investigación fue tan exhaustiva que los agentes determinaron que el acusado conectó manualmente la electricidad a la casa donde se cometió el crimen justo la noche en que Manuela desapareció y que circulaba por esa zona con un coche que luego modificó para que no pudiera identificarse. a él. Los investigadores también descubrieron mensajes humillantes a prostitutas en su celular y obtuvieron el testimonio de una mujer que dijo que Eugenio había sido violento con ella durante una relación sexual.
Con todos estos indicios, el hombre fue detenido y acabó conduciendo a los agentes hasta la tumba de Manuela en una de sus propiedades. Debido al tiempo transcurrido, los guardias civiles sólo encontraron huesos, por lo que no quedó rastro de restos biológicos, aunque se pudo determinar que la víctima había sido enterrada desnuda. La fiscalía y los abogados de la acusación tuvieron el desafío de lograr que los jurados dictaminaran que Manuela fue violada y luego asesinada, a pesar de no tener pruebas directas. Ante la firmeza de la sentencia, lo han conseguido.
“El motivo sexual es la única explicación posible. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, la única salida que vio fue matarla. Se quitó la ropa antes de enterrarla sin explicación lógica. La llevó a casa con excusas sabiendo que estaba sola. Nada fue fortuito. Está demostrado que Eugenio ha distorsionado el concepto de libertad sexual de la mujer”, argumentó la portavoz del jurado popular. El veredicto también incluye el reconocimiento del agravante de género: “la mató, despreciándola por su condición de mujer”.
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscribir
El jurado no reconoce ninguna de las atenuantes solicitadas por la defensa del imputado. Ni la reparación del daño a la familia, ya que el imputado sólo ha pagado el 15% de lo que se le solicita, ni la de colaborar en el esclarecimiento de los hechos, porque «cambió su testimonio, dio claves erróneas de sus dispositivos, modificó el coche y quería tapar la trinchera, donde enterró a Manuela, con hormigón”.