No hay alivio que sacie la sed de Max Verstappen. Una semana después de igualar a Sebastian Vettel y Alain Prost en número de títulos mundiales (cuatro), tuvo otra fiesta, esta vez en Qatar, para sumar su novena victoria de la temporada, la segunda en cinco meses para el tetracampeón. . que continúa con su habitual nivel de excelencia. En la penúltima parada del calendario, el holandés volvió a demostrar que sale como nadie, que la primera frenada siempre es suya sin importar si los comisarios le roban pole position y tener que salir desde el segundo lugar de la parrilla. En Losail, Mad Max sacó los codos para ganar posición sobre George Russell, que empezó la carrera con tremenda carrera y la acabó con tremendo globo, sin entender cómo podía quedarse fuera del podio.
El de Qatar fue el gran premio de la bronca. Lando Norris y Lewis Hamilton estaban molestos, ambos sancionados por los comisarios, y también Carlos Sainz, a consecuencia de un pinchazo que le imposibilitaba volver al box. En el polo opuesto estaban Charles Leclerc (segundo) y Ferrari, ambos beneficiados por la sanción a Norris, que dejó abierto el desenlace del título de constructores hasta la próxima semana, en Abu Dabi, donde se cerrará el Mundial más largo de la historia. . Superando la mala situación con la explosión del neumático delantero izquierdo, Sainz cruzó la meta en sexta posición, justo por delante de Fernando Alonso, que finalizó séptimo y que volvió a rendir muy por encima del Aston Martin que conduce.
En un recorrido en el que Verstappen tuvo que remar mucho más de lo previsto inicialmente, su equipo volvió a exhibirse en esta pista de las afueras de Doha, en la que, en apenas tres horas, la tropa de la marca del búfalo rojo pudo dar la vuelta. un coche que el sábado por la mañana, en la prueba al sprint, ni siquiera retrocedía, y que por la tarde permitió al fenómeno de Hasselt ganar la carrera. poloindependientemente de si luego se lo quitaron. Acostumbrado a ganar o luchar por ello, Verstappen acabó octavo en la carrera corta, por detrás de Nico Hulkenberg y su vulnerable Haas, al volante de un RB20 que, como él mismo definió, parecía más un coche de rally que un monoplaza de F1. “Creo que habría sido más competitivo corriendo con mi padre, en Spa, en un rally, que aquí”, dijo el ganador del domingo, tan asombrado como la mayoría por el doble salto mortal con una pirueta que su coche, agudo como quien frena el cronometrado más.
“A nosotros mismos nos sorprendió el paso adelante que dimos, ya desde la puesta a punto. Eso es algo que habrá que analizar”, reconoció después el buque insignia del equipo energético, el único piloto que lo hizo todo bien el domingo. Verstappen no sólo evitó todas las trampas que se acumularon en la pista y que provocaron varias neutralizaciones con la aparición del seguridadcomo la presencia de un espejo retrovisor en plena recta principal que Valtteri Bottas destrozó; pero clavó dos rebotes de forma brillante, desactivando las ofensivas de Norris, que una vez más se quedó sin poder cogerle el tranquillo a su colega. Con amigos como Verstappen es mejor rodearse de enemigos.