Hace unos 20 años, una bióloga llamada Caroline Gargett buscó células extraordinarias en tejido extirpado durante una histerectomía. Las células provienen del endometrio, que recubre el interior del útero. Cuando Gargett cultivó las células en una placa de Petri, parecían grupos redondos rodeados por un medio rosa transparente. Pero cuando las examinó al microscopio vio lo que buscaba: dos tipos de células, una plana y redondeada y otra alargada y cónica, con protuberancias en forma de bigotes.
Este hallazgo ha despertado un entusiasmo sin precedentes en la comunidad científica, abriendo nuevas vías en la medicina regenerativa y ofreciendo esperanza para el tratamiento de enfermedades hasta ahora desatendidas, como la endometriosis.
Gargett y su equipo de la Universidad de Monash en Australia llevaron a cabo pruebas rigurosas para confirmar que las células identificadas eran efectivamente células madre. Su capacidad para proliferar, autorrenovarse y diferenciarse en varios tipos de tejido, así como su presencia en la sangre menstrual, han revolucionado la comprensión de la fisiología femenina y las posibilidades terapéuticas asociadas.
El potencial de estas células madre endometriales para reparar tejidos dañados y tratar enfermedades como el cáncer o la insuficiencia cardíaca es extraordinario. Además, su presencia en la sangre menstrual plantea nuevas formas de recogida no invasivas, evitando procedimientos quirúrgicos complicados. Esta innovación podría acelerar el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como la endometriosis, que afecta a millones de mujeres en todo el mundo.
Aplicaciones terapéuticas
Los estudios realizados hasta la fecha sugieren que las células madre menstruales tienen aplicaciones terapéuticas más allá de las enfermedades ginecológicas. Experimentos con animales han demostrado su capacidad para regenerar tejidos, mejorar la fertilidad e incluso tratar afecciones como la diabetes. Sin embargo, la investigación en este campo todavía representa una pequeña fracción de la investigación total sobre células madre, en parte debido a tabúes culturales y a la falta de financiación adecuada.
Expertas como Daniela Tonelli Manica y Victoria Male destacan la necesidad de abordar los sesgos de género en la financiación de la investigación y superar los tabúes culturales en torno a la menstruación. Con una inversión más equitativa, la sangre menstrual podría ser reconocida como una frontera prometedora en la medicina regenerativa, que ofrece soluciones innovadoras para diversas afecciones médicas y mejora la salud de las mujeres en todo el mundo. @mundiario